Nadie sabe para quién trabaja…

Siempre supe que la carga que transportaba

Lo que no sabia es que iba a ser crucial y decisivo para la vida

Cada vez que tenía que transportar esa carga, me molestaba mucho que mi jefe me estaba preguntando a cada rato por donde iba, cuánto tiempo estaba de llegar al

Me incomodaba que estuviera chequeando mi horario…Pensaba que era por el tipo de carga que llevaba (siempre refrigerada), pero la verdad no me interesaba mucho saber qué transportaba, sólo quería llevarla, recibir mi paga y listo…y luego volver a mi casa junto a mi amada esposa, Macarena.

Pero en realidad, la vida me tenía preparada una gran sorpresa, una de esas de las que uno nunca se olvida…

Una carga muy especial…

Ese día, me preparé temprano para salir de mi casa a llevar esa “molestia refrigerada”, como yo le llamaba a la carga de ese servicio.

No me gustaba hacer servicios de ese tipo de cargas y siempre le pedía a mi jefe que no me las asignara, pero no me escuchaba y siempre me pedía que trasladara las mismas (precisamente las que yo no quería llevar).

Así que, cuando la carga estaba lista, salí de la empresa rumbo hacia el lugar donde debía entregarla…

Durante el todo el trayecto sólo recordaba en mi mente las palabras de mi esposa:

“No me he sentido muy bien estos días y el médico pidió hacerme unos exámenes”.

Eso me preocupaba porque Macarena siempre había tenido “buena salud”.

Pero de un día para el otro comenzó a sentirse muy débil, como si todo el tiempo estuviera cansada…sin ánimo, sin fuerzas…No me gustaba verla así…

Sin embargo, hacía todo lo que podía para estar con ella y compartir todos los momentos que pudiera, porque sé que en este tipo de trabajo no siempre se puede estar con los que más quieres.

Cuando llegué al lugar donde debía entregar la carga, me sorprendió que no era una gran empresa.

Por el contrario era una casa sencilla, habilitada como para atender personas. De inmediato pensé que era algún consultorio médico o algo parecido…

Me estacioné donde me indicaron y me dispuse a entregar los documentos que verificaban la carga y me sorprendió una señora como de unos 65 años quién, sonriente me recibió los papeles y mirándome directamente a los ojos me dijo:

“Gracias por traerla. La estábamos esperando desde hace mucho tiempo”...

Yo sólo respondí: “De nada”. Ella me sonrió, se dió media vuelta e ingresó a la casa.

Yo hice lo mismo y me subí al camión para regresar a mi casa, pero estaba totalmente desconcertado por el recibimiento que me había hecho esa señora…

Y muy dentro de mí sentí como si algo fuera a suceder…Esa mezcla de sentimientos y sensaciones a las que, muchas veces no les prestas atención pero que te están avisando de algo…

Una noticia inesperada…

Esa noche cuando regresé a mi casa, estaba Macarena junto a su hermana. Mi esposa estaba acostada en la cama y se notaba que había llorado..

Entré saludé a Monserrat (su hermana) y me senté sobre la cama al lado de Macarena y le pregunté:

“¿Qué te pasa?”

Y ella me respondió:  “Tengo cáncer…”

Yo me quedé de piedra…Como si el tiempo se detuviera a mi alrededor y yo estuviera desde el otro lado de la habitación viéndolo todo…

Sólo la abracé y le dije: “Tranquila, saldremos de esto y lo superarás…”

La dejé acostada junto a Monserrat y salí de la habitación.

Me fuí al patio de la casa y encendí un cigarrillo.

Necesitaba calmarme, tenía miles de ideas y sentimientos dentro de mi, atropellándose unos a otros tratando de buscar una solución a esta situación, pero algo me decía que volviera a la casa donde entregué la última carga.

Y así lo hice…

Cuando llegué, la misma señora que me recibió anteriormente, salió a mi encuentro.

“Que bueno verlo de nuevo”, me dijo y en cuanto me miró a los ojos expresó: “Sea lo que sea, mijito, aquí lo ayudaremos”

Una luz en mi camino...

Y así fué…

Su nombre era Tamara y era la directora de una fundación que gestionaba la compra de medicamentos para combatir el cáncer en estados más avanzados (como el que tenía Macarena).

Lo hacía en recuerdo de su hija fallecida de cáncer de mama a la edad de 25 años y como una forma de ayudar a las personas que padecieran esta enfermedad y no pudieran pagar este costoso tratamiento.

Así que llevé a mi esposa con Tamara y comenzó su tratamiento contra el cáncer.


Han pasado varios meses y mi esposa está mucho mejor, con la ayuda y consejos de Tamara hemos salido adelante en la lucha contra su enfermedad.

Pero lo más importante de toda esta situación es que:

A veces no sabemos el alcance que nuestro trabajo tiene en la vida de las demás personas, y de cómo estamos conectados los unos a los otros por medio de experiencias o situaciones de vida como la mía, que me hizo y cambiar mi actitud frente a muchas cosas.

Y desde ese día siempre que mi jefe me asigna una carga, la transporte con la mejor disposición y compromiso del que soy

Y si es refrigerada, la llevo con mayor gusto