América Latina: ¿necesita cambiar sus modelos de desarrollo y producción?

Latinoamérica avanza hacia un modelo de desarrollo que busca unir lo económico con el medio ambiente, como un puente estratégico que permita la sustentabilidad de las naciones de la región.

Sin embargo, los recursos naturales están cada vez más comprometidos, debido al calentamiento global que afecta a la mayoría de las especies del planeta, así como la acidificación de los océanos es cada vez mayor, lo que supone un aumento de los aportes económicos gubernamentales para contrarrestar este efecto.

Según un informe del Banco Mundial, cada año 8 millones de toneladas de plástico flotan en los océanos, poniendo en riesgo los ecosistemas marinos, la cadena alimentaria y la salud de las personas, y esta situación sin una acción concreta y determinada que la detenga, podría llegar a tener un costo total de la gestión de los desechos plásticos que supere los 670.000 millones de dólares para el 2040.

Por ello, se hace imperativo que todos los países del continente americano establezcan mecanismos para cambiar sus modelos de desarrollo y producción, a fin de migrar hacía un paradigma mucho más sustentable y armonioso con el medio ambiente.

¿Qué podemos hacer para cambiar?

En muchos países latinoamericanos, el crecimiento económico ha tenido un costo ambiental considerable en las últimas décadas, y en esta vía de crecimiento insostenible, los resultados sociales y el desempeño económico experimentado se han visto afectados negativamente.

Por el contrario, el desarrollo verde y sustentable tiene como objetivo garantizar la compatibilidad entre los pilares económico, ambiental y social dentro del desarrollo sostenible, y a este norte apunta el cambio de modelos de desarrollo y producción que muchos países de América Latina están intentando implementar en sus economías.

Cuatro actores claves para el cambio

Que podrían convertirse en la hoja de ruta a seguir para la transición de  modelos de desarrollo y producción basados en combustibles fósiles a los basados en la sustentabilidad. Estos son:

1) Facilitadores: se refiere a los gobiernos que dentro de sus legislaciones deben incluir diseño para la economía circular, en los que se impulse la cultura de ciclos de uso extendidos de los productos, a través de requisitos de reciclabilidad y reutilización para lograr una mayor durabilidad.

Alineando impuestos, subsidios y fondos estatales para impulsar esta transición, invertir en respaldar la innovación, infraestructura, habilidades y colaborar para el cambio de sistema, involucrando a todas las instituciones gubernamentales que garanticen que las políticas nacionales e internacionales sean cumplidas.

2 ) Implementadores: Son las empresas del sector productivo de cada país, desde pymes, startups disruptivas, medianas y grandes corporaciones, que pueden impulsar cambios internos para la transición hacia la economía circular,  enfocándose en las necesidades de los usuarios para diseñar mejores productos y servicios.

Para ello, deben comenzar por la estrategia y planificación de sus objetivos, haciendo de la economía circular una prioridad de liderazgo en la estrategia empresarial, incorporando sus principios en los modelos de negocio y creando planes para su implementación, además de involucrar en este proceso de transición a proveedores, clientes, inversionistas, motivándolos a participar en iniciativas de colaboración empresarial en esta materia.

3)   Participantes activos: Son los ciudadanos de los países de Latinoamérica, que tienen como papel fundamental accionar los cambios de comportamiento y los estilos de vida sustentables, como factores clave para acelerar y escalar la economía circular.

Además, ellos pueden participar en planes de intercambio de productos, involucrarse en la reparación, renovación o remanufactura de los mismos, así como en planes de recogida y devolución de productos, apoyando los sistemas de segregación, reciclaje y compostaje de los mismos.

4)  Inversionistas: Se refieren a las empresas que desean invertir en este modelo de negocio como lo es la economía circular puesto que, actualmente existen oportunidades tanto para los inversores públicos en proyectos de infraestructura física y digital, como para los privados invertir en proyectos desafiantes e innnovadores para su sector.

Año 2023: nuevas metas por alcanzar

El contexto internacional durante casi todo el año 2022 estuvo marcado por la incertidumbre para la mayoría de los países del mundo, como consecuencia de los estragos de la pandemia del COVID-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania, han provocado la desaceleración del comercio mundial, incrementando la inflación y la volatilidad del sistema financiero global.

Y sumado a esto los cambios de la globalización, apoyados en la revolución tecnológica del paradigma productivo, los modelos de negocios, las cadenas de suministro y los flujos del comercio de bienes y servicios, han modificado los modelos de desarrollo y producción que hasta ahora se han empleado para el avance económico de las naciones.

Y en el próximo año 2023, las economías de la región necesitan reactivar sus sistemas productivos, al mismo tiempo que los reconstruyen y transforman para avanzar hacia economías no basadas en el carbono, pero sí en la tecnología e innovación que les permitan enfrentar el cambio climático.

Y es aquí donde los países deben adoptar políticas que dinamicen el crecimiento sustentable, generando empleos de calidad y mitigando los costos asociados, para que los ecosistemas terrestres y marinos puedan brindar mejores oportunidades económicas, apoyándose en los principios básicos de la economía circular para el bienestar de la vida en la tierra.


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